Hace tan solo unas semanas he podido disfrutar una vez más de algunos rincones familiares al pasear de nuevo por Venecia, Florencia y Roma. Incorporarme al Viaje de estudios a Italia, en el tour clásico, versión comprimida, me ha permitido disfrutar de la compañía de alumnos que tuve sentados en el aula hace tres años en mi primer año en el Insti de La Flota.
Como suele ocurrir con frecuencia se olvidan los datos concretos y perviven aquellas explicaciones generales.
¿Profe, este quién es? —Pregunta un alumno delante de una estatua de Daniele Manin, patriota y hombre de estado partícipe del Risorgimento Italiano.
—Este señor de aquí es el primer futbolista veneciano que jugó con la Juventus !! —digo con cara seria, repitiendo la frase que impertérrito oí a mi amigo Víctor cuatro años atrás, en el mismo sitio, con otro grupo de clavales de Mula. Tanto unos como otros, se hicieron una foto con un tipo de bronce que tiene ciento cincuenta y pico años, capa y pose del si XIX como si tal cosa… [hay que documentar todo lo que sucede, para estirarlo, revivirlo, masticarlo una vez más, conservar instantes, ahora en jpg, mañana en facebook, twenty, forty o lo que sea...], tras la foto les pregunto si se acuerdan de la Unificación Italiana, de Cavour y del Resurgimento, el grupo se organiza de repente para contar palomas…
Otra cosa bien distinta que comprendieron bien es entender porque Venecia presenta el aspecto que presenta, entender su magnificencia fruto de su localización casi inexpugnable, de su carácter marinero luego comerciante por necesidad [es una isla], beneficiándose de su peso comercial entre Oriente y Europa al final de la Edad Media, enriqueciéndose y mostrándose preciosa. Tan preciosa que prácticamente así se quedó tras la caída de Constantinopla en 1453 contra los turcos, quieta en el tiempo, iniciando su lento declive, ayudado por el olvido de la ruta terrestre hacia el Oriente que caminó Marco Polo, la ruta de la seda, incapaz de encontrar su sitio ante el nuevo comercio marítimo de dominación portuguesa e hispana, hasta hoy.
Si entendieron que la pervivencia del Imperio Romano de Oriente es visible en la Basílica de San Marcos, con sus fantásticos adornos de mosaicos que realizaron con esmero artesanos venidos de Constantinopla, hermoso templo, de estilo único, visible solamente en Italia en lugares como Venecia, Rávena o Palermo [El templo más hermoso de toda la cristiandad que conozco es precisamente el que se encuentra en una colinita cercana a Palermo, la catedral de Monreale].
Si entendieron porque la proa de las góndolas está torcida. Y otras cosas…
En Roma la memoria histórica está aún más lejos, vieron medio curso Historia Antigua en primero de la ESO, con suerte quizás tres semanas sobre el Imperio Romano y esto queda muy lejos. Demasiado, para una persona de 17 años. Ella misma a los 12 años no solo fue otro ser completamente desconocido, un bicho bajito, mocoso, infantil, imbécil, primitivo y sin formar sino que su cerebro a filtrado y olvidado 76.588.885.756.464.920.975.348 gigakilomegabites de información más o menos desde entonces. En la plaza del capitolio un alumno se me acerca y me pregunta:
—¿Profe, que quiere decir SPQR? —noto el filón de la pregunta y me dispongo a lanzar el anzuelo.
—¿Quieres la respuesta corta o larga? —contesto, como si tal cosa.
—La corta —responde [cualquier cosa antes que un rollaco de Historia de la mano de este tío que casca por los codos, pensó a la velocidad de la luz su cerebro, en esa hermosa mañana viajera donde luce el sol y todo es bello solo siente una ligera curiosidad, lógico y normal...].
—Semper Pasta Quaeso Rallato. —digo. —La pasta siempre con queso rallado. —aclaro. Pausa…, cara…, cara rara…, 0,21 segundos de duda y claro…
—No. —responde.
—Bueno… para saber que es SPQR no hay respuesta corta, hay respuesta larga...
SPQR son las siglas latinas de Senatus Populus-que Romanus, que en castellano quiere decir "El Senado y el Pueblo de Roma". En nuestro cerebro resuena porque aparece en todas las pelis de romanos, que nos tragábamos como pipas en el sopor de la tarde de los sábados, cuando la tele tenía solo dos canales; la uno y la dos. Las mismas siglas aparecen unos años después cuando empezamos a leer con fruición los tebeos de Astérix, los vemos en las viñetas con aquellos soldados portando estandartes con el águila y esas misterioras siglas [yo siempre he sido asteritófilo, nunca tintinófilo, lo mío son los mamporros, comer jabalí asado hasta hartarme, roncar. Cosas básicas y primitivas.] y por supuesto aparecen también cuando uno visita Roma, encontrándolas por todas partes, mil veces, en alcantarillas, obras públicas, museos, SPQR, SPQR, SPQR. Todo el múndo tiene claro que hay un vínculo entre SPQR y la Roma antigua.
La historia de Roma es compleja y maravillosa. Tras 246 años, los tiempos de leyendas fundacionales han pquedado atras y aquellas primeras tribus de romanos; etruscos del norte, latinos del sur y sabinos del este, ya desde el 508 antes de Cristo cuentan con un moderno sistema político, la República.
El pueblo, antes de la existencia de la República lo forman solamente dos órdenes; por un lado los padres fundadores; patres [patricio, terrateniente] y por otro los ricos comerciantes; équites que es lo mismo que decir caballeros, o sea los ricos, los que tienen caballo [comerciantes etruscos]. El Senado será el lugar de representación de ambos. Una élite distinguida por el domicilio y el patrimonio, o dicho de otra manera por la tierra y por la pasta.
El resto no son pueblo aun. Cuatro siglos de victorias constantes han transformado la sociedad llenando Roma de una multitud forastera que formaba el plenum, de la que procede la palabra plebe, procedentes de todas partes se ocupan en esto y aquello. Se trata de artesanos, pequeños comerciantes, empleaduchos y libertos. No tienen tierras, no mandan, no están contentos con su condición, viven. Para la época Roma tendría ya unos cien mil habitantes y la comarca geográfica de influencia de entre cinco a ocho veces esta cantidad.
Patricios y plebeyos protagonizarán luchas sociales durante todo el primer siglo de la República, 494 años antes de Jesucristo. En este periodo de la historia Roma no está en su mejor momento. Atacada por todas partes, pasaba por tiempos difíciles. Había perdido lo conquistado en tiempos de la monarquía y la plebe arruinada también y desesperada, cargada de deudas comenzó a agitarse, pidiendo por calles y callejas la anulación de las deudas, nuevas tierras y el derecho de elegir a quién les defendiese en el senado. El Senado prestó oídos sordos. Y entonces, la plebe, o por lo menos amplias masas de la plebe, se cruzaron de brazos, se retiraron al Monte Sacro a cinco kilómetros de Roma y dijeron que desde aquél momento no darían un bracero a la tierra, ni un obrero a las industrias, ni un soldado al ejército.
La última de estas amenazas no era cosa leve, precisamente en aquellos momentos tras los Apeninos los bárbaros acechan. El Senado con el agua al cuello finalmente capituló. Canceló las deudas, restituyó la libertad a quienes habían caído en la esclavitud por ellas, y puso a la plebe bajo la protección de dos tribunos y de tres ediles elegibles por esta anualmente.
Este acontecimiento es la primera conquista del proletariado romano, la que le dio el instrumento legal para alcanzar también las demás por el camino de la justicia social. El año 494 es muy importante en la historia de la Urbe y de la Democracia. No era aún el triunfo de la democracia, que sólo habría de venir un siglo después, con las leyes de Licinio Sextio, pero era ya un gran paso adelante. La P de aquellas siglas SPQR comenzaba a ser el Populus, tal y como nosotros lo entendemos hoy día.