lunes, 21 de mayo de 2012
Yo estudié en la pública...
Recuerdo perfectamente la primera vez que llegué al Alfonso X, era un mono, un adolescente, insensato, nervioso, despistado, inquieto, interesado por mil cosas... Rompía el cascarón definitivamente y atrás quedaba el colegio y sus mocos y ahora auténticos gigantes caminaban a mi vera, claro que para ellos era invisible, un simple pipiolo. Mi letra era la G, mi clase una cualquiera con 40 y algún alumnos, sillas, mesas, perchas, mesa de profe, silla de profe, pizarra, tizas, borrador y foto del rey, nada más.
Mi letra de grupo era la G, 1º G y venía igual que todas las letras una detrás de otra, por lo que es de suponer que además estaban 1ºA, 1ºB, 1ºC, 1ºD, 1ºE y 1ºF. Aquél centro tenía diurno, nocturno y vespertino, tres horarios diferentes de solo a sol y cientos de profesores y por supuesto miles de alumnos. Todos con su oportunidad de aprender en la mano.
Recuerdo cuando los profesores se preocupaban por mí y me llamaban la atención, me hablaban y aconsejaban, siempre los escuché, siempre me dijeron cosas buenas para mí, siempre se preocuparon por mí.
En segundo curso mi vida tomó otras preocupaciones y los estudios se relajaron, resultado: tres suspensos para septiembre, verano de infierno claro, aun así no fue suficiente, 3 notas de 4,5 en septiembre y la imposibilidad de pasar con más de dos me obligaron a repetir curso. No se discutían las notas, no se protestaba, no se hacía nada más que aceptar que no era suficiente y que tendría que repetir y mejorar los resultados si quería continuar en el sistema, punto.
Mis padres me matricularon en el Infante Don Juan Manuel, un cambio de aires con nuevas amistades y nuevos profesores, una nueva oportunidad, una novia, que también me cuidó, confió y me ayudó. Y lo más importante, yo me ayudé a mi mismo... estudiando y estudiando mucho.
Creo que viví el mejor momento de la enseñanza pública... Hoy ley tras ley se evapora la necesidad de trabajar duro para aprobar y aprender, los chicos trabajan menos, aprenden menos, se esfuerzan menos, se les consiente mas, hay inflación en las notas. La disciplina es muy diferente. En mi época a nadie se le ocurría discutir con un profesor, nadie osaba cuestionar su autoridad. Recuerdo perfectamente el discurso del primer día.
-Sois unos cagones !!!, acabáis de quitaros los pañales!!!, acabáis de salir de vuestra casa así que empezad por espabilar, trabajar, y estar callados. ¿Está claro?!!!
Parecía Clint Eastwood en "El sargento de hierro" que la Wagner Bross sacó en el 86, yo tenía 14 años e igual que aquellos palurdos de Arkansas éramos a vacas o maricones... Ese era el orden natural de las cosas. Nunca se me faltó al respeto, siempre se me trato bien, siempre se me pidió que trabajara y siempre me explicaban las cosas bien claras. El respeto, ese lugar intangible, te lo ganabas con el tiempo, los profesores te empezaban a considerar con el tiempo y aun hoy voy por mi instituto y puedo hablar con algunos, a los que le estoy muy, muy, pero que muy agradecido, ellos me enseñaron a ser lo que soy en gran parte, 1/3, los otros dos pedazos que faltan son por partes iguales mi familia y el resto de mi mundo; novias, amigos, colegas y compañeros, pero sobre todo mis amigos.
El otro día, viernes 18 el gobierno recortó 10.000 millones de euros de inversión en enseñanza. Queréis saber cómo se arregla eso… pues siendo 10.000 millones de veces más responsables y trabajadores, respetuosos y serios en nuestra tarea… la de los profesores será enseñar, y la vuestra será trabajar y esforzaros… buenas noches y mucha suerte…