Impresionante montaje donde no falta casi nada... Realizado por un alumno de instituto como proyecto final de secundaria, las imágenes pasan a velocidad de vértigo... muchas son auténticos iconos visuales de toda una época...
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Dentro de la dificultad a la hora de condensar o resumir hay algunos ejemplos muy válidos. El que quizás mas me gusta es el libro de Gombrich "Breve Historia del Mundo". En tono llano y accesible, sin los formalismos ni rigideces de los textos académicos, y sin el barniz pedagógico ni ñoño de los libros infantiles o juveniles... un auténtico chapuzón fresquito y claro !!
Para los que tienen Master Card:
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Para todos los demás...
En la biblioteca regional gratis por la patilla en AP 930 GOM bre o en sus 5 bibliobuses también. (para los que les gusta tocar un libro)
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Así comienza este fantástico librito
"Todas las historias comienzan con «érase una vez». La nuestra sólo pretende hablarnos de lo que fue una vez. Una vez fuiste pequeño y, puesto en pie, apenas alcanzabas la mano de tu madre. ¿Te acuerdas? Si quisieras, podrías contar una historia que comenzase así: Érase una vez un niño o una niña..., y ése era yo. Y, una vez, fuiste también un bebé envuelto en pañales. No lo puedes recordar, pero lo sabes. Tu padre y tu madre fueron también pequeños una vez. Y también los abuelos. De eso hace mucho más tiempo. Sin embargo, lo sabes. Decimos: son ancianos; pero también tuvieron abuelos y abuelas que pudieron decir del mismo modo: érase una vez. Y así continuamente, sin dejar de retroceder. Detrás de cada uno de esos «érase una vez» sigue habiendo siempre otro. ¿Te has colocado en alguna ocasión entre dos espejos? ¡Tienes que probarlo! Lo que en ellos ves son espejos y espejos, cada vez más pequeños y borrosos, uno y otro y otro; pero ninguno es el último. Incluso cuando ya no se ven más, siguen cabiendo dentro otros espejos que están también detrás, como bien sabes.
Eso es, precisamente, lo que ocurre con el «érase una vez». Nos resulta imposible imaginar que acabe. El abuelo del abuelo del abuelo del abuelo..., ¡qué mareo! Pero, vuelve a decirlo despacio y, con el tiempo, lograrás concebirlo. Añade aún otro más. De ese modo llegamos a una época antigua y, luego, a otra antiquísima. Siempre más allá, como en los espejos. Pero sin dar nunca con el principio. Detrás de cada comienzo vuelve a haber siempre otro «érase una vez»." [...]