El otro día salí de forma imprevista para Asturias, mi tierra, por motivos familiares, fue un viaje expres, rápido, casi un abrir y cerrar de ojos. De pronto, el lunes, dos mil kilómetros y 56 horas después entro en clase. Los alumnos, apáticos ante casi todo -no es culpa suya- se enfrentan al tema de las consecuencias sociales de la Revolución Industrial. En este tema hay mucha morralla, hay cuestiones insustanciales y cuestiones interesantes pero el corazón que late dentro de este capítulo de la historia es quizás "el surgimiento de la ideología de izquierda". No sabía muy bien como hacer para engancharlos con el tema, pero de pronto y tras empezar algo flojo y quizás ausente me ví reflejado en la cara de los alumnos, apático yo, intrascendente.
Cuando pasa esto uno tiene que reinventarse, sacar de la mochila las tripas y la experiencia de ya una vida a medio transitar, sino transitada ya, pero para esta ocasión no fui yo quién hablaba sino mi padre... con mi voz, pero mi padre era quién hablaba.
- Mira Pablo, este valle es el corazón de la minería asturiana. Mieres ha sido siempre la ciudad de los mineros, hoy está degradada y quizás le queden unos diez años de actividad con el carbón. El carbón en Asturias es caro, caro porque las vetas de mineral se retuercen como rabos de lagartija, y no es que sea de primerísima calidad tampoco. El abuelo trabajó en la mina unos años cuando llegamos a Asturias y yo también.... -yo escuchaba y por la ventanilla del coche desfilaban edificios marrón oscuro, las calles brillantes reflejando la luz de las farolas, calles sin tráfico, edificios apagados, mi padre seguía- Y un poco mas allá está la mina de La Camocha, en enero de 1957 plantaron durante nueve días cara a la dictadura franquista, respaldados por casi 1.500 trabajadores del pozo, dio
origen a un mito: la mina gijonesa fue la cuna de Comisiones Obreras. El carbón es ahora deficitario, pero hubo un día en que no lo fue. Era cuando en la mina se dejaban la vida los hombres. Bajar 500 metros a las entrañas de la tierra y esperar que colapse un travesaño, y quedarte atrapado, esperando la muerte... a veces es una explosión repentina de gas Grisú la que mata. Y siempre, siempre te mata el tiempo, despacio pero imparable, el tiempo te mata, envenenando tus pulmones con partículas de sílice y carbón, no hay solución, la "silicosis" siempre te atrapa, da igual lo que hagas... una vida si no mueres sin luz del sol metido en las entrañas de la tierra y una jubilación tosiendo y visitando al médico cada 6 meses hasta la tumba. En aquella época la mina daba dinero a las familias franquistas que explotaban las concesiones, familias como la de Rato, la de nuestro exministro de economía del PP y otros... pero cuando empezaron a reclamar mejoras en las condiciones de trabajo, más túneles de ventilación, taladros refrigerados por agua en lugar de aire, mas protección, detectores de gas, vías de escape, entonces... entonces ya no era rentable. Se creo una sociedad HUNOSA, y se le endosaron las minas al estado para que cargase con el déficit, todas menos las más productivas. Las familias propietarias abandonaban el barco como ratas, aquello no daba dinero, antes sí, antes y a costa de cinco mil muertos que no les importaban nada... sí daba dinero....